agosto 31, 2007

MAS ALLA DE LA RUTINA

Eran las cinco y cuarenticinco de la mañana en la noble y leal Ciudad de Panamá.
La alarma del celular sonó e inmediatamente de un brinco, se dirigió directamente a la ducha.
El desayuno. El café. El perfume barato de trabajo.
Tomó las llaves del automóbil y se dispuso a manejar. Cruzó los dedos. Fue por gusto. El tráfico mañanero le dio los buenos días.
Llegó tarde, otra vez más.
Afanado corría la máquina digital de entradas y salidas. ¡Maldita Tecnología!
Subió las escaleras, llegó a su cubículo. Postrado ya en su silla hizo lo que tenía que hacer: encargarse de los asuntos pendientes, responder llamadas, leer emails, cerrar ventas, firmar documentos, leer los periódicos, chatear por el messenger, ver un poco de pornografía, jugar tetrix o quizas póquer estilo Texas Hold´em, un poco de sudoku, reuniones, sacar fotocopias, masturbarse, lavarse las manos o quizás no ...hasta que al fin llegó la hora esperada. El almuerzo.
Salió a comer al restaurante diagonal al edificio. ¿Menú? ejecutivo. ¿Compañía? Sí, la nueva secretaria. ¿Sexo? más tarde, quizás después del día de pago.
El café.La cuenta. ¿Propina? Hoy no, mañana sí.
Entró nuevamente, para esperar las cinco y salir de ese infierno viviente.
Se quizo relajar. ¿Cervezas? Sí. Y entre cigarrillos y chistes pasó la juventud de la noche.
Hora de irse a casa, tenía que parar en la tienda del chino y llevarle a Mamita coca cola y un paquete de cigarrillos Marlboro rojo.
Mamita ya dormía y mientras Morfeo llegaba, la televisión era su compañía.
"Saturday Night Live" episodios repetidos.
Y cayó rendido en el sofá cuando sonó la alarma del celular, ya eran las cinco y cuarenticinco, como el ayer de hoy más allá de la rutina, quizás.

agosto 11, 2007



LA ESCRITORA


Escribo para olvidar, para que las palabras me sequen las lágrimas y que la tinta queme mi corazón.
Un corazón quemado ya no siente cuando te hieren, cuando te golpean hasta el más minúsculo sentimiento y ya no tienes uñas para morder.
Si estás inerte no hay dolor y te secas, te cuarteas como un desierto lleno de dunas, ahí el huracanado viento no corta la sal.

Escribo para exorcizarme. Porque mis letras muerden, despedazan y devoran.
Escribo para ellos que me hicieron lo que soy, una y otra vez yo, la taciturna, la pensativa, la que usa sus manos de almohada para no mojar más el colchón…

Escribo para decirte que aún no te conozco, que te soñé de niña, jugando a bailar sola en mi alcoba contigo y practicaba besos en el espejo y aún escribo para y por ti.

Escribo de felicidad o tristeza, cuando me duele tanto que se resquebraja el pecho y mi escritos ignoran a mi propio corazón.
Esa soy yo, la enamoradiza, que al final del cuento, no se puede enamorar.



Si vivo para sufrir, entonces sufro, pero te arrepentirías si supieras que cada día conmigo seria una locura insaciable, adictiva y con la constante incertidumbre de no saber si estaré por ti mañana…
NIÑA DE CADERAS GRANDES
Tu, que dices que la vida es bella, que las cosas que pasan tienen un porqué.
Tu. Que vives cada día como cualquier otro día, tienes también, un lado muy débil.

Niña bonita, de caderas grandes y cintura angosta, que caminas sin compañía y que hablas sola.
Piensas que nadie te entiende y no entiendes por qué cada vez que ríes, también lloras.

Niña bonita, de andar bonito, tienes al mundo en tus manos y lo quieres botar. Si no fueras tan seca quizás alguien te mojaría los labios y no estuvieras tan sola como una estrella, en un firmamento oscuro, rezando por una luna llena para poder brillar.

¿Qué esperas entonces para dejar que esa luna sostenga tu mano y empape tu vida?
Deja que te vea reír sin lagrimas y saber brillar sin opacar ese corazón cansado, nefasto y patético que te obliga ha ser una estrella en busca de un firmamento, dispuesto a conquistar por sí sola, en espera de ése que te ame mientras duermes sin pesadillas.

¿Quieres verme desnuda?
Si desnuda tengo el alma.
Ángel de cabellos negros, labios rojos, despiértame de éste mal sueño, llévame a tu cama y déjame morir allí.
Vivir ya me duele demasiado.